RUTA SENDERISMO PIEDRAS LABRADAS 30/05/21




 RUTA DE SENDERISMO PIEDRAS LABRADAS 30/05/21


Nuestra ruta parte de la Plaza de España hacia la iglesia de San Gregorio Magno, visible a simple vista. Tomamos la calle que sale a nuestra izquierda que nos llevará hasta el lavadero. Desde ese punto seguiremos siempre el camino más principal y evidente, que serpentea entre encinas y grandes rocas graníticas y comienza a subir. Lentamente nos elevamos sobre la llanura. Hemos caminado aproximadamente una hora cuando llegamos a una cancela metálica. Pasamos al otro lado y continuamos por el camino, que ahora lleva a su izquierda una pared de piedra. 500 m. Más allá existe una bifurcación: nosotros vamos hacia la derecha. El camino aparece cubierto de hierba, pero si prestamos atención al desmonte que hace en la ladera no nos extraviaremos. A esta altura las encinas se ven reemplazadas por robles. Enseguida llegaremos a una fuente que se halla a pocos metros de una majada de cabras. Después otra bifurcación, y esta vez nos iremos hacia la izquierda. Estamos ahora en la zona menos marcada del sendero, por lo que deberemos poner toda nuestra atención. Un poco más arriba hay una separación de caminos apenas perceptible y nosotros nos iremos por la derecha. A partir de aquí el itinerario no tiene pérdida posible, pues faldea la sierra en dirección Sur ganando altura muy lentamente. El bosque se adensa. Aparecen los helechos y los robles se hacen enormes. Hallamos árboles muertos, no sabemos si por incendios o por rayos. En los tramos despejados podemos apreciar la gran altura a que nos encontramos. El itinerario ahora empieza a contornear el monte bordeando el Collado del Cerezo, y en vez de al Sur va hacia el Norte, como dice el poema. Desde aquí veremos, unos cien metros mas abajo, despeñarse una cascada. Seguimos ganando altura suavemente. Ahora el camino se acaba, pero seguiremos rectos conservando la dirección que traíamos pegados a un arroyo y a una pared de piedra. Al otro lado de ambos hay un frondísimo bosque de pinos y castaños, lugar ideal par descansar a la sombra. Nos hallamos a mil metro de altura. Los árboles desaparecen gradualmente. Para seguir adelante tomamos como referencia un grupo de encinas, las únicas de toda la zona. Luego atravesamos una agrupación de bolos graníticos, también conocida como berrocal. Seguimos en dirección Norte y subiendo todo el rato. El Collado de Piedras Labradas, fácilmente reconocible, es una superficie lisa y plana, sin rocas ni árboles. En el centro están los restos del templo, un recinto de unos veinte metros cuadrados; del suelo asoma una hilera de bloques de piedra perfectamente cortados. Repartidas por los bordes de la meseta –al parecer fueron reutilizadas para construir un aprisco- se pueden ver varias hileras más. 

Tras el avituallamiento iniciaremos el descenso por el antiguo camino de las caballerías, siguiendo el descenso de la Garganta Perdida que nos conduce por una ruta con restos de varios molinos. Podremos visitar uno de ellos reconstruido con fondos del Grupo de Acción Local Ceder Cáparra en 2020. Desde él, el camino continúa dejando a la derecha la piscina natural, y llegando hasta los depósitos y depuradora de agua atravesando una cancela con paso canadiense. Desde ahí volvemos al camino por el que iniciamos el recorrido entre huertos y vistas al valle, llegando de nuevo al lavadero, Iglesia y Plaza de España. donde finalizaremos nuestra actividad.

Un santuario romano. 

 El collado de Piedras Labradas se encuentra a 1.070 metros de altitud; con este nombre se conoce a una meseta que ha sido allanada o ampliada por el ser humano. Más o menos en el centro hallamos los restos del edificio. Los bloques de piedra están tallados con un corte perfecto, de ahí le viene el nombre al lugar. Sobre su origen se barajan varias hipótesis, ya que en principio no es habitual que los romanos construyesen a tanta altura. Hay quien opina que tuvo que haber en el lugar un asentamiento vetón, o al menos un lugar sagrado sobre el que se edificó el templo. Otras teorías se inclinan por que en la meseta hubiera un puesto de comunicaciones que enviase, mediante fuego por la noche y con destellos por el día, señales a una gran distancia. También es posible que el emplazamiento cumpliera labores de protección y vigilancia sobre una ruta secundaria que uniría la Vía de la Palta con el Valle del Jerte. No hay que olvidar asimismo que muy cerca de aquí había una captación de aguas que abastecía a Cáparra. Lo primero que sorprende del yacimiento es que, a diferencia de la ciudad romana, aquí apenas ha sido necesario excavar para sacarlo a la luz, posiblemente debido a que en este lugar no se produce acumulación de polvo y tierra arrastrados por la erosión. Lo segundo es el buen estado de conservación de las piedras: parece como si las hubieran tallado ayer. Ajeno a las hipótesis, solitario y en lo alto, el templo de Piedras Labradas sigue guardando sus misterios.

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